LA CORRECCIÓN
Se usa la propaganda masiva para dar a entender que si pretendes seguir siendo bien considerada socialmente ya sabes lo que toca. Si pasa algo y quieres reclamar, como a nosotros con el opus, te dirán que "nadie te obligó", que "ya eres mayor", que "tú lo quisiste". Los opus pueden sacar nuestras cartas firma y fecha, pidiendo admisión, las ovejitas no tenemos ningún papel opus oficial explicando que vieron nuestra vocación en la oración y así nos lo comunicaron. Semejante discurso no tiene pase en la sociedad civil.
Qué distinto el discurso captador, ellos en línea directa con el cielo supieron lo que era bueno para tí y te lo vienen a comunicar, del discurso perseguidor, se desentienden de tu persona, te denuncian porque dijiste H, B o C....dicen a los cuatro vientos que fabulas, se te ha ido la cabeza, "pobrecita" y qué se yo qué más sandeces y mentiras. Aunténticos diablos a doble cara, bien diferente la una de la otra, con muchos payasos alrededor dispuestos a, por nada, a cambio de nada, interpretar la cara A o la cara B del discurso opusino.
"Yo no sé nada" dice la gente para sacudirse las pulgas, no sabes nada pero sabes cuál es el lado "que te conviene".
LAS CORRECCIONES FRATERNAS
Una vez dentro del opus descubrí el horrible sistema de control social que se refiere entre otros aspectos a la apariencia que ha de tener todo "miembro". Un dispositivo que prohíbe mostrar las emociones: prohibidas las lágrimas, prohibidas la tristeza y la compasión.
Se comprende la fábrica de psicopatías.
El founder escribió en una de sus homilías recogidas en Amigos de Dios un texto según el cual nos da pena tener que corregir y a mí el primero, pero el infierno está lleno de bocas cerradas. Los escritos fundadores en od tienen el mismo poder exhortativo que el Libro Rojo de Mao en los días de la revolución cultural. Ese punto 161 de las homilías es la base teórica de una práctica de consecuencias perversas: la corrección fraterna.
Se trata de un reproche que se hace a otro miembro después de haberlo consultado con la directora. La organización está muy jerarquizada, en efecto. Esa directora es una nume que se ocupa de lleno al trabajo de dirigir el centro. Organiza las actividades y "gestiona" las correcciones.
4 personas entran en juego en la corrección fraterna. La primera, aleccionada en buscar y señalar cualquier defecto o falta, denuncia a la dire el fallo. En general se trata de faltas terribles, como por ejemplo haber cruzado las piernas en misa. (¡A quién se le ocurre! me llamó la atención ese modo de sentarse de muchas en el oratorio....estas francesas...qué descaro. Las españolas no lo hacíamos.) La directora puede encargar a una cuarta persona que corrija a la "Infringidora" y esta cuarta persona no tiene escapatoria, una vez hecha la corrección hay que dar cuenta a la directora de que se realizó.
En pocas ocasiones que recuerde me dijeron "dile tal cosa a fulana", la mayoría de las veces, ya estaba entrenada para pensarlo yo. Pero ocurrió, una vez me atrevesé Pamplona para ir a un centro de auxiliares y trasladar una corrección que me sugirieron. No se me ocurrió decir a la encargadora: vete tú.
Se enseña a agradecer la corrección a la correctora, como en 2020 que teníamos que aplaudir al instrumento de tortura.
Así es como se instala el clima de desconfianza y sospecha, todas éramos delatoras en potencia, víctimas del clima de las posibles correcciones futuras. Es un sistema insano de denuncia, subordinación y desconfianza. A menudo pensé que era totalitarismo. Te sentías espiada, vigilada las 24 horas. Un superyo me mira y supervisa, siempre dispuesto a castigar. No ha lugar para la naturalidad de la persona, teníamos que ser perfectas como pone en los escritos del founder. No te puedes soltar el pelo ni un segundo. En semejante ambiente ¿cómo hacer "lazos"? ¿cómo establecer relaciones profundas y humanas, sinceras con las demás "miembros od"?
Me hicieron la primera corrección al día siguiente de escribir la carta. Estábamos en el célebre patio de San Dámaso del Vaticano, donde JPII recibía cada año a los participantes en el UNIV. Cantábamos "Juan Pablo segundo te quiere todo el mundo". Ambiente alegre. Mi novio estaba en el patio, pero chicos y chicas estábamos separados. Lo busco con la mirada. No nos hemos visto desde el principio del viaje a Roma. Me parece divertido encontrarnos en medio de esta muchedumbre.
De pronto aplausos: el Papa acaba de entrar en el patio, saluda, nos bendice. Un joven se acerca y habla al Papa, no me lo puedo creer: ¡es mi novio! lloro de la emoción. En ese mismo momento una mujer sentada a mi lado me regaña pero no entiendo ni lo que me dice ni porqué. Me reprocha mi emoción, me dice que no es una conducta digna de un miembro de la obra, que tengo que saber estar y contenerme. Me sentí herida. Me pregunto cómo puede saber que soy supernume porque acababa de pitar 24 horas antes, no me conoce ni la conozco, no la había visto en mi vida.
Sin saberlo fue mi primera
corrección. Una reprimenda en vivo y en directo, esa "hermana" ni
siquiera consideró necesario consultar. Aunque todavía yo no tenía
directora, acababa de llegar. Emocionada como no puede ser de otra manera
al ver a mi novio hablar al Papa me gano una corrección: ¡En el od no
hay lugar para el sentimentalismo, hay que saber guardar las formas!
A lo mejor la reprimenda romana que recibí no es exactamente una corrección fraterna porque fue realizada por la persona que vió directamente la falta ¡una numeraria belga! pero sirve para ilustrar la censura y autocensura en el seno del od en lo que se refiere a los sentimientos. Hay que inhibir, hacernos personas sin sentimientos, frías, sin reacciones...una parte de nuestra humanidad se pierde. Me dí cuenta de que las correcciones pocas veces tienen contenido espiritual, lo corregido se refería al modo de vestir, de maquillarse, de sentarse....Enseguida empiezo a recibir correcciones sobre mi ropa, cuando antes de haber escrito la carta no me habían dicho nada al respecto.
En cuanto volvimos de Italia me aconsejaron que mejor faldas y vestidos que pantalones, que son "provocativos" y poco femeninos....("el globo terráqueo" mencionado por el founder que nunca entendí hasta hace bien poco), me dicen que use maquillaje y barra de labios. El od tiene que presentarse cercano a la perfección, y con los pelos en los ojos y la cara lavada no doy buena imagen. Voy fea, tengo que arreglarme más. La autoestima y el ego pisoteados.
No me gusta pintarme los labios ni maquillarme, no estoy a gusto. Me miro en el espejo y no soy yo. Es una pesada carga que me hace sentir mal. Además soy alérgica a los cosméticos. Así que decido que no voy a cambiar mi aspecto exterior. Me pondré horquillas para retirar las greñas y listo. No veo cuál es el interés de forzarme al maquillaje ¿por qué tendría que cambiar mi modo de ser? Me resisto, resistencia pasiva pero resistencia. Pongo excusas para no obedecer ciertos preceptos opusinos porque no me atrevo a decir que no. No me atrevo a enfrentarme directamente. Mi directora acepta las excusas de la alergia, me dice que hay productos antialérgicos pero me resisto a obedecer.
Sin embargo reconozco que no me afirmé. ¿El miedo a disgustar?, ¿el miedo a ser diferente? Con el tiempo me parece que me comporté de modo insensato. Pero es la realidad y durante esos 13 años caeré siempre en lo mismo.
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