IRRENUNCIABLES DERECHOS. POLÉMICA LAIN - CALVO
CALVO SERER CONTRA
LAÍN
El falangista Pedro Laín Entralgo intentó conciliar
catolicismo y modernidad como medio de recuperar la tradición liberal española
silenciada por el franquismo. En 1945 publicó La generación del 98, en 1948, España
como problema. El primero era una interpretación admirativa y comprensiva
de la generación del 98, en un momento en que todavía era objeto de censuras y
ataques; el segundo intentaba superar la polémica sobre el ser de España entre
tradicionalistas y liberales, presentando España como una entidad histórica
plural, integrada por nacionalidades y culturas diversas y con un pasado
cultural rico y valioso en el que se conjugaron tradiciones religiosas
diferentes (cristianas, árabes, judías).
El tímido modernismo de Laín provocó la reacción de Rafael
Calvo Serer, ideólogo del od, que en 1949 publicó España sin problema. Para
Calvo Serer la guerra civil había resuelto el problema de España dado que el
movimiento había restaurado la concepción católica de la vida que era
cosustancial a la historia de España. No había lugar a la recuperación de la
tradición liberal, ya que la tradición católica y nacional eran una misma cosa.
Que fuese un miembro del OD quien contestase a Laín era significativo. Revelaba que el integrismo tradicionalista católico estaba desde la segunda mitad de los años 40 sustituyendo al falangismo como elemento central de la ideología del franquismo. La reacción de Serer reflejaba igualmente la resistencia del régimen a toda apertura intelectual.
Con la llegada de Ruiz Jiménez al Ministerio de Educación en
1951, la recuperación de la tradición intelectual española recibió un
considerable impulso desde arriba. Ruiz Jiménez hablaba del 18 de julio y de su
lealtad insobornable a Franco, pero citaba a Ortega y Unamuno, nombró a dos
liberales católicos de pasado falangista (Laín y Tovar) como rectores de Madrid
y Salamanca e intentó reincorporar a la Universidad a prestigiosos
intelectuales del exilio. Fue una apertura tímida, un “módico intento” como
diría Laín, pero valioso y desde luego demasiado arriesgado para su tiempo.
Pero esto no le ahorró una constante e intensa campaña de
hostilidad de los grupos integristas del país. Arbor, la revista del CSIC, fue el portavoz intelectual de la
campaña, Calvo Serer criticó lo que llamó política de “mano tendida” de Ruiz
Jiménez hacia el pensamiento heterodoxo de intelectuales de izquierda; se
atribuyó a la difusión de obras de Ortega y Unamuno una perniciosa influencia
sobre la educación de la juventud. Se buscaba tanto una condena de las ideas de
aquellos, como el descrédito del ministro que autorizaba, y aun impulsaba, su
libre circulación, Ruiz Jiménez cayó en 1956.
central de la ideología del franquismo. La reacción de Serer
reflejaba igualmente la resistencia del régimen a toda apertura intelectual.
Con la llegada de Ruiz Jiménez al Ministerio de Educación en
1951, la recuperación de la tradición intelectual española recibió un
considerable impulso desde arriba. Ruiz Jiménez hablaba del 18 de julio y de su
lealtad insobornable a Franco, pero citaba a Ortega y Unamuno, nombró a dos
liberales católicos de pasado falangista (Laín y Tovar) como rectores de Madrid
y Salamanca e intentó reincorporar a la Universidad a prestigiosos
intelectuales del exilio. Fue una apertura tímida, un “módico intento” como
diría Laín, pero valioso y desde luego demasiado arriesgado para su tiempo.
Pero esto no le ahorró una constante e intensa campaña de
hostilidad de los grupos integristas del país. Arbor, la revista del CSIC, fue el portavoz intelectual de la
campaña, Calvo Serer criticó lo que llamó política de “mano tendida” de Ruiz
Jiménez hacia el pensamiento heterodoxo de intelectuales de izquierda; se
atribuyó a la difusión de obras de Ortega y Unamuno una perniciosa influencia
sobre la educación de la juventud. Se buscaba tanto una condena de las ideas de
aquellos, como el descrédito del ministro que autorizaba, y aun impulsaba, su
libre circulación, Ruiz Jiménez cayó en 1956.
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