IRRENUNCIABLES DERECHOS. POLÉMICA LAIN - CALVO

Cómo las gastan los del Sodalicio que hacen firmar renuncias a derechos irrenunciables a sus ex...

Gracias por el link al canal de José Saturio  https://t.me/+Q4Jie_PIZrTA_Ot9 no entiendo qué le impide comunicármelo abiertamente,  está lleno de libros interesantes que es preciso descargar como el de Corbière o los italianos sobre el Papa Francisco. Desde 2017 publicando y no fue capaz de decírnoslo.

Me haré eco a medida que vaya leyendo.

CALVO SERER CONTRA LAÍN

El falangista Pedro Laín Entralgo intentó conciliar catolicismo y modernidad como medio de recuperar la tradición liberal española silenciada por el franquismo. En 1945 publicó La generación del 98, en 1948, España como problema. El primero era una interpretación admirativa y comprensiva de la generación del 98, en un momento en que todavía era objeto de censuras y ataques; el segundo intentaba superar la polémica sobre el ser de España entre tradicionalistas y liberales, presentando España como una entidad histórica plural, integrada por nacionalidades y culturas diversas y con un pasado cultural rico y valioso en el que se conjugaron tradiciones religiosas diferentes (cristianas, árabes, judías).

El tímido modernismo de Laín provocó la reacción de Rafael Calvo Serer, ideólogo del od, que en 1949 publicó España sin problema. Para Calvo Serer la guerra civil había resuelto el problema de España dado que el movimiento había restaurado la concepción católica de la vida que era cosustancial a la historia de España. No había lugar a la recuperación de la tradición liberal, ya que la tradición católica y nacional eran una misma cosa.

Pedro Laín Entralgo (1908-2001) catedrático de Medicina,
 rector de la Complutense entre 1952 y 1965

Que fuese un miembro del OD quien contestase a Laín era significativo. Revelaba que el integrismo tradicionalista católico estaba desde la segunda mitad de los años 40 sustituyendo al falangismo como elemento central de la ideología del franquismo. La reacción de Serer reflejaba igualmente la resistencia del régimen a toda apertura intelectual.

Con la llegada de Ruiz Jiménez al Ministerio de Educación en 1951, la recuperación de la tradición intelectual española recibió un considerable impulso desde arriba. Ruiz Jiménez hablaba del 18 de julio y de su lealtad insobornable a Franco, pero citaba a Ortega y Unamuno, nombró a dos liberales católicos de pasado falangista (Laín y Tovar) como rectores de Madrid y Salamanca e intentó reincorporar a la Universidad a prestigiosos intelectuales del exilio. Fue una apertura tímida, un “módico intento” como diría Laín, pero valioso y desde luego demasiado arriesgado para su tiempo.

Pero esto no le ahorró una constante e intensa campaña de hostilidad de los grupos integristas del país. Arbor, la revista del CSIC, fue el portavoz intelectual de la campaña, Calvo Serer criticó lo que llamó política de “mano tendida” de Ruiz Jiménez hacia el pensamiento heterodoxo de intelectuales de izquierda; se atribuyó a la difusión de obras de Ortega y Unamuno una perniciosa influencia sobre la educación de la juventud. Se buscaba tanto una condena de las ideas de aquellos, como el descrédito del ministro que autorizaba, y aun impulsaba, su libre circulación, Ruiz Jiménez cayó en 1956.

central de la ideología del franquismo. La reacción de Serer reflejaba igualmente la resistencia del régimen a toda apertura intelectual.

Con la llegada de Ruiz Jiménez al Ministerio de Educación en 1951, la recuperación de la tradición intelectual española recibió un considerable impulso desde arriba. Ruiz Jiménez hablaba del 18 de julio y de su lealtad insobornable a Franco, pero citaba a Ortega y Unamuno, nombró a dos liberales católicos de pasado falangista (Laín y Tovar) como rectores de Madrid y Salamanca e intentó reincorporar a la Universidad a prestigiosos intelectuales del exilio. Fue una apertura tímida, un “módico intento” como diría Laín, pero valioso y desde luego demasiado arriesgado para su tiempo.

Pero esto no le ahorró una constante e intensa campaña de hostilidad de los grupos integristas del país. Arbor, la revista del CSIC, fue el portavoz intelectual de la campaña, Calvo Serer criticó lo que llamó política de “mano tendida” de Ruiz Jiménez hacia el pensamiento heterodoxo de intelectuales de izquierda; se atribuyó a la difusión de obras de Ortega y Unamuno una perniciosa influencia sobre la educación de la juventud. Se buscaba tanto una condena de las ideas de aquellos, como el descrédito del ministro que autorizaba, y aun impulsaba, su libre circulación, Ruiz Jiménez cayó en 1956.

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