PERSONALISMO. SOCIEDAD DE CONSUMO
En efecto, quienes estudiamos filosofía en Pamplona, aunque institucionalmente estábamos destinados a ser "catequistas" de estudios internos, no podían evitar que nos hablaran de otros autores aparte de nuestros dos inevitables Aristóteles y Tomás. Si te explicaban Descartes, Kant, Heidegger, Hegel siempre se añadían los errores y desviaciones, es decir, aquellos puntos "incompatibles" con los otros dos, era un poco absurdo, te cerrabas y desinteresabas de las tres cuartas partes de la historia de la filosofía.
Salí de allí "totalmente pegada" en autores contemporáneos, no los entendía ni los podía entender. Así que la recuperación existencial incluyó la recuperación filosófica, ser capaz de aprender lo pertinente de los miles de autores contemporáneos, que ninguno es la Biblia ni falta que hace, lo importante es que su pensamiento está a la altura de los tiempos que vivimos.
Un gran autor contemporáneo de inspiración cristiana que complementan el vídeo sobre las causas filosóficas es Mounier (1905-1945). Lo extraigo de la wiki que a veces está bien, este asunto no tiene repercusiones políticas peligrosas para las elecciones en EEUU:
- La vida personal comienza con la capacidad de romper el contacto con el medio, de recuperarse para unificarse.
- Actuaremos, por lo menos, por lo que somos más que por lo que haremos o diremos.
- Nuestra acción no está esencialmente orientada al éxito sino al testimonio.
LA SOCIEDAD DE
CONSUMO Y SUS CRÍTICOS
Después de los sufrimientos de los años 40, el relativo
bienestar de los 60 fue tan bien recibido, que eran pocos los que deseaban
oponerse a un régimen que se atribuía el mérito de ese bienestar. La apatía de la satisfacción pasó a
sustituir a la apatía de la privación.
Los tecnócratas del “Opus Dei” basaron su filosofía política
y social justamente en la satisfacción propia de una sociedad de consumo. En el
Plan de Desarrollo de 1971 se formulaba una predicción optimista: “En 1980
España habrá doblado el cabo de los 2000 $ de ingresos por habitante, lo que
significará que la vida será más agradable y el grado de cohesión social mayor.”
Pero los conflictos sociales no disminuyeron. España
experimentó una combinación única de tensiones sociales que, en Europa
occidental, se produjeron sucesivamente y no simultáneamente. Se dieron a la vez
los conflictos propios de la industrialización del s. XIX (ciudades
superpobladas, rupturas de las familias, el emigrante rural perdido en la
urbe…) más los conflictos propios de las culturas de consumo industriales
avanzadas.
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