RATA POR LIEBRE. UNA IGLESIA PERSEGUIDA

Pedro Salinas muestra al final una línea escrita por mano de Francisco, se puede hacer grafología. Interesante los que se fueron pero "defienden". Las modalidades sodálites son igual a las opusinas, en vez de supernumerarios se llaman "sodálite adherente". Y siempre la necesidad para estas educadas instituciones todo reverencias de disponer de personajes "incontinentes" en sus palabras que expresan a lo bruto lo que se piensa en el fondo y lo alto del grupo pero no se puede decir.

He estado observando distintos vídeos y veo que se han propuesto en los comentarios introducir al ex Grapo como sustituto de la historia seria. El coronel también lo entrevista. Falta de criterio. O con qué criterio, habría que preguntarle. Lo alaban sin haberlo leído, hablando es un tostón. Ni siquiera dispone de dotes oratorias que disimulen su condición de propagandista y justifiquen el entusiasmo injustificado que despierta. Ingeniería social.

Por el contrario, un par de párrafos iniciales de Raymond Carr mano a mano con Juan Pablo Fusi en "España, de la dictadura a la democracia" (1979):

"¿Cómo se explica que los intereses conservadores, que tan mal parecieron quedar en 1931, se sintieran bastante fuertes en 1936 para respaldar un movimiento militar cuyo objetivo era derribar la República? ¿Por qué, una vez desencadenado el levantamiento ganaron las derechas en la guerra civil? ¿Por qué la República no consiguió allegar apoyos suficientes para hacer de un golpe militar un riesgo impensable para sus inspiradores, y por qué careció de fuerzas para derrotarles en la guerra?

Bajo la República funcionó por primera vez un sistema democrático en el que las elecciones eran auténticas elecciones entabladas entre partidos de masas. Aquel proceso de politización llegó a penetrar inclusive en la España rural, desafiando el dominio que los "poderosos" ejercían sobre la vida local. La razón fundamental que explica el fracaso del experimento democrático de 1931-1936 fue que la politización suscitó en las clases trabajadoras unas esperanzas y una sed de justicia social que la República no satisfizo ni podía satisfacer, mientras, por otro lado, los conservadores consideraban la mera existencia de aquellas expectativas como una peligrosa e inadmisible amenaza contra su modo de vida propio.

....la República era una República burguesa que carecía de una burguesía preparada para llevar a cabo la revolución burguesa que debía destruir el "feudalismo". La clase media en su mayor parte estaba constituida por conservadores que anteponía a todo lo demás la conservación del orden. Los sectores de la clase media que querían la modernización de la sociedad española -los partidos republicanos de izquierda- necesitaron pues la alianza de los partidos proletarios. El resultado de esa coalición fue un radicalismo jacobino, avanzado en política, pero combinado con un cauteloso reformismo en el plano social y económico. 

Así, las reformas militares de Azaña, inspiradas en el antimilitarismo francés, enajenaron a la República las simpatías de muchos oficiales y sin embargo, el gobierno, del que Azaña fue jefe en 1932-33, no trató seriamente de debilitar el poder económico de aquellas clases que debían prestar apoyo a los oficiales que, el 18 de julio de 1936, se levantaron contra una República presidida entonces por Azaña. Las clases que en 1931 ocupaban los puestos clave de la economía permanecían in situ en 1936, convencidas, por supuesto, de que se hallaban en vísperas de una inminente revolución socialista".

Revolución socialista que era mucho más cuestión de retórica y discursos encendidos e incendiarios que de realidades legislativas revolucionarias. No había fuerza, el sindicalismo estaba muy desunido y se peleaban entre sí, dentro del PSOE y UGT, y estos a su vez con los anarcosindicalistas que también estaban atravesados por divisiones. Condición de guerra civil entre sindicalistas e izquierdas que los condenó a la inoperancia.

"La derecha monárquica ultra (tradicionalistas, carlistas) nunca había aceptado a la república democrática y había conspirado constantemente contra ella, con ánimo de derribarla. Los católicos moderados de derechas eran accidentalistas, es decir, aceptaban una democracia mientras pudieran dominarla y convertirla en un estado corporativo (CEDA de Gil Robles)."

En febrero del 36 la mitad de España había votado por la derecha, para entonces tanto los ultras como los Gil Robles ya habían allegado fondos, armas y bagajes para que un militar o los militares "restablecieran el orden". Era tradición en el siglo XIX español, el ejército casi sin derramamiento de sangre, se sublevaba en provincias y desde allí a Madrid a imponer tal o cual cambio de gobierno. Pero esto fue más serio. Entre otras cosas por los asesinatos políticos de todos los colores, el del teniente Castillo y Calvo Sotelo en julio del 36. Había tiros por las calles.

Más el factor Iglesia perseguida que fue esencial y unificó los intereses de los conservadores que eran divergentes entre sí, pero el catolicismo esencial de España era y parece ser que sigue siendo un "irrenunciable". 

"En visión retrospectiva se advierte que fue el ataque de la pequeña burguesía republicana contra la Iglesia lo que dio a los intereses conservadores lesionados la bandera de una Iglesia perseguida. El ataque era comprensible. La tradición integrista, es decir reaccionaria, del catolicismo español, que todavía soñaba con la Inquisición, se oponía inflexiblemente a las ideas e instituciones liberales. La Iglesia era un símbolo del Antiguo Régimen. Ninguna democracia podía permitir que una institución como aquella controlara la segunda enseñanza. En los primeros días de la guerra civil, cuando fueron asesinados millares de sacerdotes, pese a los esfuerzos del gobierno, la República dio a la derecha conservadora la unidad ideológica y sentimental que necesitaba: el espíritu de Cruzada.

La guerra civil fue la última de las guerras religiosas de Europa, y fue también, grosso modo, una guerra de clases. La propaganda nacionalista la presentó no sólo como una guerra contra los masones, protagonistas históricos del anticlericalismo, sino también como una guerra contras los marxistas que se habían lanzado contra la bolchevización de España. Menos amenazadas por la legislación de la República que por la retórica y la atmósfera revolucionaria de la primavera y el verano de 1936, las clases altas españolas apoyaron con entusiasmo el levantamiento. Los sectores medios de la sociedad eran menos unánimes. Los intelectuales y profesionales jóvenes apoyaban a la República; la generación mayor dejó de apoyarla con frecuencia, alarmada ante lo que Julián Marías llamó la proletarización de los estilos de vida."

Los dos grandes intelectuales de España en aquel momento eran Unamuno y Ortega y Gasset. Para el segundo, las masas bárbaras habían invadido la escena, como ya había predicho en su libro La rebelión de las masas

Sobre Unamuno estamos pendientes de leer o escuchar la investigación de los profesores Rabaté, hablan en la biblioteca Nacional el miércoles próximo y será difundido por Internet. Adelanto suculento en este enlace, aunque habla de Unamuno frente a la Dictadura de Primo de Rivera. Ignoraba que había sufrido tanto y que la persecución a la que fue sometido afectó también a su mujer. 

En el vídeo de ayer el profesor Rabaté en el momento en que le dejan hablar lee escritos de Unamuno  de 1936 donde se adelanta de manera impresionante a lo que habría de suceder en España a partir de 1939. Recordemos que el escritor vasco falleció en diciembre de 1936. Min. 1:22:00, ya Unamuno habla en sus apuntes de la Dictadura de Franco




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