FALSA E INÚTIL
19.01.2019 | 16:29
Paderborn. La iglesia católica está inmersa en una profunda crisis. – el teólogo y psicoanalista Eugen Drewermann lo expresa con claridad. Tiene una revolucionaria propuesta para solucionar la pedofilia clerical.
Sr. Drewermann, ¿como vé Vd la situación actual de la Iglesia católica?
Eugen Drewermann: Los números hablan por si mismos. en 1950 el 50% de los católicos alemanes acudía los domingos a misa bajo amenaza de pecado mortal. En 1970 ya eran sólo el 35% y hoy se queda en un 12%. Significa resumiendo que en cincuenta años el número de católicos que siguen fieles a uno de los mandatos centrales del catolicismo ha bajado en un 75%. Una iglesia que dispone del poder del que dispone la iglesia católica que se encuentra con estas cifras de práctica religiosa, no puede seguir confiando en que su forma de proclamar el evangelio llegue de modo creíble a las personas y que suponga una ayuda para ellas.
Cada vez hay menos curas en Paderborn se han ordenado últimamente sólo dos.
Drewermann:Y a los pocos que todavía estudian teología se les lleva como en bandeja de plata por el mundo pidiéndoles casi de rodillas que sean fieles a la vocación y que ni se les ocurra pensar diferente a lo que deben por obediencia jurada ante sus superiores. En comparación con otras profesines no podemos esperar que de esas condiciones surja una élite intelectual.
¿Tiene la Iglesia futuro en estas condiciones?
Drewermann:La teología tal y como se practica hoy día ya no es percibida como una solución a los problemas de la vida. La gente no se siente comprendida. Además y hasta hoy la Iglesia sigue pensando que tiene una especial capacitación para aconsejar y decidir en aquellos temas que precisamente menos conciernen al clero: sexualidad y matrimonio. Pero una autoridad que se siente establecida por Dios y luego da información falsa a la gente sobre sus sentimientos se percibe como poco fiable. Ningua autoridad que se autopercibe como absoluta y enseña falsedades puede durar mucho tiempo sin desacredtarse absolutamente. Ese es el estado actual de la iglesia católica.
Su libro "Clérigos, psicograma de un ideal" apareción hace 30 años. Hoy con el escándalo de la pedofilia nos parece más actual que nunca, ¿piensa Vd igual?
Drewermann:No escribí el libro para atacar a la Iglesia como se dijo sino para ayudar a los que sufren dentro de ella y por su culpa, es decir los clérigos y los creyentes que de ella dependen. Es un error vinvular el mensaje divino a una especie de funcionariado que se aisla institucionalmente del Pueblo de Dios. Así no se "transmite" a Dios, sino que se aisla a los fieles de Dios. Las iglesias reformadas lo saben desde hace 500 años. En el catolicismo y hasa hoy pocas veces se ha reconocido este problema. Los sacerdotes se paralizan en su propio camino, su personalidad se ve aplastada por la función que ejercen, viven una existencia en un Super Yo en vez de un Yo.
¿Cómo valora el debate sobre la soledad de los curas?
Drewermann: A la Iglesia le gusta fingir que el celibato es solo una condición adicional al ejercicio del ministerio. Pero las cosas no son así. Uno tiene como prerrequisito una pedagogía orientada a los objetivos, según la cual entre los 18 y 20 años el joven tiene que decidir que evitará de por vida tener contacto con una mujer. Me parece que no es difícil de imaginar que las personas que son capaces de escoger esa condición de vida como ideal tienen que haber madurado de manera extraordinaria y muy por encima de la media. Y la Iglesia considera que está excepcionalidad es una llamada divina y la hace más estable en 6 años de formación sacerdotal. No lo cuestiona. 100 años después de Freud ya deberíamos de haber aprendido cómo puede desarrollarse el camino entre la desviación sexual y el crimen sexual. Esa es la responsabilidad de la iglesia católica puesto que se muestra ciega a las condiciones que impone a los jóvenes que quieren ser sacerdotes.
Drewermann: A la Iglesia le gusta fingir que el celibato es solo una condición adicional al ejercicio del ministerio. Pero las cosas no son así. Uno tiene como prerrequisito una pedagogía orientada a los objetivos, según la cual entre los 18 y 20 años el joven tiene que decidir que evitará de por vida tener contacto con una mujer. Me parece que no es difícil de imaginar que las personas que son capaces de escoger esa condición de vida como ideal tienen que haber madurado de manera extraordinaria y muy por encima de la media. Y la Iglesia considera que está excepcionalidad es una llamada divina y la hace más estable en 6 años de formación sacerdotal. No lo cuestiona. 100 años después de Freud ya deberíamos de haber aprendido cómo puede desarrollarse el camino entre la desviación sexual y el crimen sexual. Esa es la responsabilidad de la iglesia católica puesto que se muestra ciega a las condiciones que impone a los jóvenes que quieren ser sacerdotes.
¿Cuáles son las consecuencias?
Drewermann: Sacerdotes y religiosos acuden a psicoterapia por sus dificultades con esta cuestión. No se ven capaces de hacer frente a las tentaciones con las que se encuentran. Pero el éxito de una humanización asociada a la terapia recibe el castigo de la Iglesia. Los que desarrollan una sexualidad normal y expresan sus sentimientos por una mujer o por un hombre son expulsados de su profesión. Una Iglesia que se comporta de esta manera no puede pretender representar la libertad y el amor de Dios entre los hombres. No puede ser más nocivo el rechazo a ayudar a la gente a salir del sacerdocio.
En la nueva edición de su libro que aparecerá en febrero ha añadido un capítulo en el que se ocupa del tema de la pedofilia. ¿A qué conclusiones ha llegado?
Drewermann:
Termina con una propuesta curiosa pero a la que me siento muy apegado. Creo que Jesús tiene razón no tenemos derecho a juzgar a la gente. esto también se puede aplicar a los sacerdotes que son culpables de abuso. Son víctimas de una tragedia y prisioneros de una dinámica de su inconsciente. Nadie quiere ser malo. Por lo tanto el derecho penal debería ser corregido en este punto y orientarse hacia la comprensión y la necesidad de ayuda por parte de los infractores. No necesitan castigo sino afecto.
¿Cómo ve Vd desde estos presupuestos la conducta seguida por la Iglesia en el tema de los escándalos hasta la fecha?
Drewermann: No se trata de un problema específicamente alemán. La Iglesia es la misma estructuralmente hablando por el mundo entero. Y ni siquiera estamos al principio del reconocimiento de los abusos. ¿Qué pasará cuando la bomba explote en países tan dependientes de la Igleisa como Portugal, Polonia, Italia o Lationamérica como ya pasó en Irlanda? La avalancha apenas ha comenzado. La Iglesia fracasará si cree que el asunto se solucionará con algunos trucos institucionales aquí y allá. El daño producido afecta a lo íntimo y personal. Y sólo a ese nivel puede tener lugar la reparación y la curación.
Drewermann: No se trata de un problema específicamente alemán. La Iglesia es la misma estructuralmente hablando por el mundo entero. Y ni siquiera estamos al principio del reconocimiento de los abusos. ¿Qué pasará cuando la bomba explote en países tan dependientes de la Igleisa como Portugal, Polonia, Italia o Lationamérica como ya pasó en Irlanda? La avalancha apenas ha comenzado. La Iglesia fracasará si cree que el asunto se solucionará con algunos trucos institucionales aquí y allá. El daño producido afecta a lo íntimo y personal. Y sólo a ese nivel puede tener lugar la reparación y la curación.
¿Qué propone Vd?
Drewermann:La Iglesia misma debería abrirse a la psicoterapia e incorporarla a su manera de leer la Biblia y de hablar de Dios. Tendría que darse cuenta de que lo que Jesús hizo fue curar de una enfermedad mental grave. No tiene que implementar las estructuras cuyo resultado es necesariamente la enfermedad del alma. Decir "no queremos eso" está muy bien, pero no basta. Los dogmas, las exigencias morales, el ministerio debe ser comprendido en la dirección coincidente con la razón, el sentimiento y la libertad.
Drewermann:La Iglesia misma debería abrirse a la psicoterapia e incorporarla a su manera de leer la Biblia y de hablar de Dios. Tendría que darse cuenta de que lo que Jesús hizo fue curar de una enfermedad mental grave. No tiene que implementar las estructuras cuyo resultado es necesariamente la enfermedad del alma. Decir "no queremos eso" está muy bien, pero no basta. Los dogmas, las exigencias morales, el ministerio debe ser comprendido en la dirección coincidente con la razón, el sentimiento y la libertad.
"Los curas necesitan ayuda no castigo"
El obispo de Paderborn ha establecido dos comisiones independientes para los casos de abuso. ¿Estima que es el camino correcto?Drewermann: En lo estructural nada ha cambiado. No veo cómo dos nuevas comisiones cambiarían las cosas. No son el lugar que inspire confianza. ¿Qué cura que esté luchando para hacer frente a sus dificultades querrá acudir a ellas? Esas personas no son dueñas de sus tendencias inconscientes, no quieren hacer lo que se indica.
Necesitan ayuda urgente en lugar de castigo. Todo el mundo se da cuenta de la necesidad de ayuda a las víctimas pero para que nos demos cuenta de lo mismo en el caso de los victimarios es necesario darle un giro total a la interpretación del derecho penal. No se trata de culpables malos, se trata de personas víctimas de una biografía infeliz y trágica, cuyas estructuras sólo se pueden cambiar si se les da seguimiento y se les ayuda durante mucho tiempo. Todo lo que sucede son gritos de ayuda. Cuando un perro muerde lo entendemos, cuando se trata de una persona pobre como un perro no queremos entenderlo sólo porque nos hace sentir incómodos.
Un psicólogo encargado de la pastoral en
Paderborn ha sacado consecuencias par la formación de los sacerdotes, pero estima que el celibato debe seguir manteniéndose. ¿Qué opina?
Drewermann: La obligación del celibato debería de ser abolida. Claro que el celibato tiene que ser valorado, pero tendría que ser opcional como en el caso de muchos profetas bíblicos estilo Jeremías que vivieron fuera de la sociedad civil. Pero todo esto no tiene nada que ver con el sacerdote medio. La iglesia dice que cuando Dios llama no hay coerción y si la iglesia descubre una vocación tampoco obliga, pero esto es autoengañarse. No se puede curar las neurosis solidificándolas o declarándolas vocaciones divinas.