DESDOBLAMIENTO

 Teletrabajo, el invento del gran capital para reducir costes, aumentar beneficios, esclavizar aún más y cargarse lo "pequeño y mediano" que ve reducida la clientela.

 "Sectores no esenciales" se dice, "no esenciales" para los peces gordos, esencialísimos para quien de ellos vive. Yo no sé a qué está esperando la población para despertar de esta pesadilla... Los que la han creado tienen interés en seguir y seguir con su plan, que es amplio y a años vista. 

Desdoblamiento de personalidad

Mientras fui supernume mi forma de adaptarme fue responder a la hipocresía con hipocresía. Vivé totalmente desdoblada: por una parte era una buena supern y por otra seguía siendo la que era y la que soy.

Cuando me fui de la od me dí cuenta del proceso psicológico que había vivido. Fui consciente de que en mí había dos personalidades en una persona. Al principio me solía rebelar más o menos cuando oía ciertas afirmaciones, pero tengo que confesar que cada vez fui más cobarde. Solía protestar, preguntar. Pero a fuerza de no ser escuchada, de oír que tenía que "confíar", que "tenía que llevar la cruz", apagué toda crítica. 

Hacía como que escuchaba todo lo que me enseñaban las numerarias. Hacía como las demás. Escuchaba, aceptaba y repetía. Me convertí en una máquina doctrinal. Una oveja del rebaño. Y más o menos iba bien. Hablaba lo menos posible para no meter la pata. Aparentemente era la super perfecta pero la procesión iba por dentro.

Un día de los años 80 estábamos en una convivencia en una casa opus, Tschudiwiese, en el cantón de Saint Gall. Una mañana llegó de visita el novio de una de las supers de la convivencia. Estaba haciendo el servicio militar en la zona y quiso saludar a su chica. Todo normal. Incluso emotivo. Nos trajó cruasanes para todos, lo acogimos y pudo hablar con su amiga. Pero hubo una pequeña restricción: no tenían que quedarse solos.

Tras negociación la nume directora me designa como carabina de la pareja de enamorados. Recuerdo lo mal que me sentí y todo lo que me molestó. Cuando se lo digo a la nume me dice "que es por su bien", "que hay que evitar un posible pecado de la carne y no dar pie a gestos inconvenientes". Molesta al máximo estuve acompañando a los novios. Me sentía fatal y sin mucho éxito les dije que hicieran como si yo no estuvera presente...¡complicado! en vez de mandar a regar a la nume, obedecí tontamente. Obedecer: la palabra sagrada del od.

Esta sumisión aparente se reforzaba por miedo a las terribles correcciones fraternas. Hacía lo más que podía para evitar las situaciones humillantes en las que temo perder los nervios, así que me conformaba a lo que esperaban de mí.

Pero cuanto más tiempo pasaba, más difícil se me hacía conservar mi verdadera personalidad. Poco a poco me vengo abajo y me cuesta más  conservar mis propias ideas. Me veo a mí misma con sorpresa que por la calle me dedico a juzgar la vestimenta de tal o cual mujer que pasa, o me molesta una conversación que se aleja del objetivo de la vida que es obtener la santidad. 

Incluso critico a las parejas que no tienen tantos hijos como deberían. Todos esos juicios de valor que gravitan en mi cabeza ¡no vienen de mí! Pero dominan mi cabeza y pensamientos. "Opus Dei" se extiende en mi como si fuera una mancha de tinta en un trozo de esponja.

Cuando vuelvo la vista a esos 13 años en ese universo od, distingo en filigrana y un poco borroso la mujer que soy: la que no quería ser supernume. Esa parte aunque más o menos oculta seguía ahí.

No puedo explicar el desdoblamiento que viví. ¿Cómo acepté esta manera de vivir? lo ignoro. Se impuso a mí día a día como una forma de supervivencia. Un día fui consciente de que sin darme cuenta había guardado la Véronique que fue. Por usar una metáfora informática, estaba en la papelera pero no la había vacíado. No podría decir si esas dos entidades estaban totalmente separadas o se implicaban la una en la otra. Apenas soy capaz de comprender lo que pasó en mí.

En  cualquier caso cuando me dí cuenta de esta personalidad que seguía viva en mí, supe que un día me iría del opus d. Y que entonces no tendría ninguna duda. Esta certeza me permitió resistir. Era mi secreto, precioso, invisible e inviolable. Era mi esperanza. Me ayudó a aceptar mi situación entonces presentes. La parte de sumisión iba disminuyendo poco a poco cada día. Discretamente. Interpreté el papel hasta el último minuto. Sobre todo la idea era que no se notara, no aceptar tanto la doctrina, resistir a la investigación y preguntas de las numes. Seguir tranquila en mi rincón. Esperé 13 años.

13 años es mucho y es poco al mismo tiempo, pero la paciencia dió sus frutos...y así mismo aguanté 15 años con mi marido. Sabía que no íbamos a durar eternamente. Me resulta difícil separar mi historia conyugal de mi historia opusdei, las dos están intímamente ligadas. 

La obra me aisló de los demás, la Obra se negó a ayudarme y cierra voluntaria o involuntariamente los ojos a los comportamientos problemáticos de mi marido. Estaba pillada. Y sobre todo no tenía medios ni recursos materiales ni psicológicos para dejar a mi marido y marcharme del opus dei, tengo que esperar el momento propicio. Cuando llevaba 13 años las puertas se abrieron y aproveché el momento...

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