CÓLERAS BÍBLICAS

Tras la abolición oficial por parte del Vaticano, queda la parte económica, difícil hacer justicia. La parte femenina  inicia trámites para indemnizar, pero el gran capital está en Denver, procedimientos legales pendientes para recuperarlo, el dinero de los cementerios gestionado por el sodalicio "se refugió" en EEUU, ponen todas las pegas posibles y "alargan" el proceso. No hay una condena civil en firme que les obligue a resarcir a las víctimas y quieren huir con los millones. 

Consecuencias de tratar con guante blanco a delincuentes que últimamente se refugian bajo el paragüas Iglesia católica, así es fácil cometer sus fechorías.

No escarmentamos sino hay juicio, condena en costas, obligación de resarcir. Desde que el mundo es mundo, es el modo que hemos encontrado los humanos de arreglar estos desaguisados en que los listos  se aprovechan de personas bien intencionadas y "débiles". Personas sin formar, adolescentes entusiastas que no saben donde tienen la mano derecha. No hay días de cárcel suficientes para castigar el atropello.

Al menos estos delincuentes no han sido proclamados santos, si no hay procedimiento en forma se van a largar con la bolsa, que es lo que les importa: llevárselo crudo.

Paola Ugaz hace alusión a los Heraldos, bajo la lupa en el Vaticano por abusos. Mucha religión, mucha tradición y mucha estafa, y por supuesto al asunto "Opus Dei", cuyos millones comparados con estas dos buenas piezas peruana y brasileña son "incalculables". 

A todo esto sigue abierto procedimiento contra Pedro Salinas, con petición de cárcel incluida por los sodálites denunciantes, el comisario vaticano Bertomeu también ve impedida su labor y tras la destitución de Dina Boluarte, mejor que no pise el Perú, motivos políticos...y así. Zancadillas sin límite.

Otra entrega del estudioso de los textos bíblicos puestos en contexto, no recortados por donde nos hace falta y olvidados en lo que no nos conviene.

Un poco de música del pasado, gracias por la sugerencia

Y sobre renovables, las centrales hidroeléctricas del Cinca, sí el que pasa al lado de Torrecity, abandonadas por el gobierno más ecologista de la historia, que arranca olivos, pero no se cuida de limpiar tuberías y mantener unas instalaciones amortizadas, integradas en el paisaje, que proporcionan energía sin humos, a buen precio, que evitaría tener que importarla, y sobre todo genera puestos para los habitantes del valle y valles aledaños. La propaganda y las bellas modernas palabras son un tema, preocuparse por el bien e interés general de la población española es otro.

OPUS IUDEI

El jesuita padre Llanos fue invitado con motivo de un viaje a Roma a visitar la fastuosa villa donde residía monseñor Escrivá. Le hicieron pasar a una sala y tras una breve espera apareció en la puerta el fundador del Opus Dei con los brazos tendidos hacia delante, como solía, en santo ademán. Pensó sin duda Llanos que Escrivá iba a abrazarle, pero aquí viene lo significativo del episodio - cuál no sería su sorpresa cuando el prelado general del Opus Dei se adelantó hacia él con paso vivo y postrándose a las plantas del jesuita comenzó a mascullar con voz de profunda emoción: "¡Soy un pecador! ¡Soy un pecador! Padre Llanos isoy un pecador!".

No era amante de la música clásica; por el contrario se deleitaba con los cuplés de Conchita Piquer.

Su afición por los "jóvenes guapos", por el refinamiento afeminado y por la concupiscencia, no son secreto para nadie aunque sobre el particular se guarda con celoso sigilo. Para Vladimir Felzmann, inglés de origen checo y socio de la Obra desde 1952 que llegó a ser sacerdote, "el fundador... podría ser duro como el hielo y tierno coma cualquier madre".

Sobre su ira son muchas las anécdotas, los episodios, las escenas protagonizadas por Escrivá. A veces se comportaba como si la furia de los elernentos se hubiera desatado, con una indignación y un enojo, por cosas banales y sin importancia. Su carácter a veces se agriaba y entraba en fases coléricas, en irritaciones "bíblicas".

Tenía los rasgos de "ingenio y violencia de carácter propios de un aragonés. Su propio secretario, Antonio Pérez, narra que "el Padre en presencia de chicos jóvenes de la Obra me echó una gran bronca, como si yo hubiera sido el culpable de que fuera elegido Montini. En el fondo se desahogó conmigo de su frustración y puso verde a Montini, acusándole de masón y de otras lindezas. Estaba muy excitado y previno que todos los que habían cooperado en esa elección se iban a condenar al infierno".

Para una antigua numeraria "esa manera de ser y de actuar en la Obra es consecuencia unida de los enfados del Padre, y de sus enérgicas reprimendas. Unas las hemos vivido y de otras nos han hablado para que aprendiéramos más".

Un cercano colaborador nos recuerda que le "impresionó la violencia con que Escrivá abominaba en mi presencia de un sacerdote secularizado, que había ocupado una posición directiva en la Obra: "¡Ya le he mandado por notario dos excomuniones!" Podría decirse que es encantador, grato y persuasivo cuando se está a su favor e intolerante, intratable y grosero  cuando no se aceptan sus criterios.

Cuando tenía que reprender a alguien "lo hacía con energía". Su temperamento se agriaba en esos trances, sus arrebatos de ira se hacían más frecuentes y la gente que le rodeaba, incluso da más cercana y leal, pasaba más de un mal rato en tales lances. Era insoportable... . Tenía lo que suele llamarse "bruscas y violentas cóleras en las que monseñor pierde los estribos y empieza a gritar". Solía decir cuando estaba enfadado: "para el que abandone el Opus Dei no doy diez céntimos por su alma".

A una asociada que estuvo durante largo tiempo en el Instituto desempeñando misiones de alguna importancia y que luego salió, la llamó a Roma y según ella misma la increpó duramente diciéndole: "¡La Magdalena era una pecadora pero tú eres una corruptora!" y la amenazó afirmando que "si se filtra algo de lo que tú has visto en la Obra, yo haré publicar un editorial contra tí en todos los periódicos del mundo".

La cólera de monseñor es sagrada. En una ocasión el Padre Escrivá asistía a una comida con seis u ocho personalidades altamente representativas de los movimientos católicos españoles. Se produjo en un momento dado una discusión de escasa importancia entre monseñor y alguno de los comensales. El Padre fue acalorándose y cuando se (Jemostró que era él quien tenía razón en la disputa miró de frente a su oponente y, en un gesto que debe considerarse sin precedentes, le sacó la lengua, dejando a los comensales mudos de asornbro y desolación.

Después de las iras epilépticas de Escrivá utilizaba otros medios contra sus contrincantes y tenía un "habitual sistema de difamación".