LA NOUVELLE VAGUE

 Una nueva ola de coups d'État sanitarios se cierne sobre el campo atlantista

Me llama mucho la atención que los conocedores y estudiosos de Marx y Engels en España no estén tratando este tema como lo que es, yo estuve en el opus y no conocía a fondo los análisis sociales y económicos. ¿Pero ellos? ¿por qué no señalan los Armesillas y los Jacobinos que estamos viviendo una lucha de clases aniquiladora a escala global?

 ni en las peores pesadillas...

por Khider Mesloub

¿Cómo mantener la pandemia, para justificar y legitimar el moderno golpe de estado de salud logrado con medios altamente tecnológicos de condicionamiento psicológico, si no por la fabricación histérica de un peligro viral adornada con composición estadísticas deliberadamente amplificadas? ¿Cómo justificar y legitimar la aceleración de la destrucción de infraestructuras económicas consideradas obsoletas desde el punto de vista del gran capital, si no es por otra vague de propaganda, por una angustiosa difusión  de información  capaz de provocar la  psicosis colectiva?
 
Lo dijo Göring: "Si damos con algo que los llene de pánico, podremos hacer todo lo que queramos con ellos". 

Por enésima vez, mientras ya parecía que el virus se acababa,  los Estados atlantistas acaban de reactivar la fábrica del miedo mediante la difusión del invariable escenario de desastre que porta la aterradora variante Delta, amenazante asesino en serie, que según el gobierno puede hacernos desaparecer como humanidad. Aunque algunos digan que la actual variante es más contagiosa, pero sin duda menos letal. Si escuchas a los gobernantes atlantistas, la delta segará millones de vidas, especialmente de no vacunados. De hecho, los médicos dicen que la variante actual solo causa un fuerte resfriado. La prueba: en Gran Bretaña, el principal brote europeo de la variante delta, el número de contaminaciones ha aumentado, pero sin que aumente el número de hospitalizaciones y muertes, especialmente entre las poblaciones no vacunadas. 
 
Por otro lado, paradójicamente, según un estudio científico dicen que los ingleses vacunados contaminados con la variante delta estarían expuestos a un riesgo de perder la vida tres veces mayor que el de las personas no vacunadas. Algunos explican la muy baja mortalidad actual por la generalización de la vacunación. 
 
(...)
 
En otras palabras (...) los países occidentales mantienen deliberadamente la pandemia haciéndola sostenible mediante la reaparición de nuevas variantes, por lo que requieren inyecciones de refuerzo semestrales durante un largo período, para justificar la introducción de la enfermedad, la dictadura de sanitaria, escudo del programa Gran Reinicio, en la actualidad ampliamente implementado. 
 
Mientras. la masa de esclavos occidentales, paralizados y empobrecidos, ven como su dinero se va a laboratorios y vacunas salvadoras, los poderosos del mundo están invirtiendo el capital en reconstruir la economía en su único beneficio, y ponen toda su energía para proteger su poder mediante imposición de la dictadura de medidas sanitarias,  imponiendo la vacunación a los pobres, a la vez que lucen un estado de salud floreciente e insolente.

Si fuera un virus con tanto vacunado ya no habría problema. En circunstancias normales.

Y a pesar de todo el presidente Macron impone el pasaporte, obligación vac disfrazada, en lugares de ocio y divertidos: museos, cines, teatros, restaurantes....

El engaño sanitario gubernamental es flagrante: el "ciudadano" francés tiene derecho a, sin obligación de estar en posesión de un pase sanitario,  pasar un día entero en el trabajo pegado a sus compañeros. Pero por la noche, si se le ocurre ir a comer en un restaurante, o en un bar para tomar un trago durante diez minutos, se debe enseñar un pase de salud que acredite que está vacunado. Lo mismo si compra una entrada de cine,  de teatro, si va a un polideportivo, un parque de atracciones, a un camping.

Estrategia del destrozo


Para quienes acusan exclusivamente al gobierno de Macron, y le reprochan autoritarismo incluso  fascismo, se sorprenderían al saber que la Asamblea Nacional, es decir, los diputados, también acosados ​​por el virus del despotismo, acaba de votar fuertes sanciones para los clientes que no se registran en bares, restaurantes, gimnasios. Por lo tanto, el hecho de no mostrar el código de barras pronto podría ser castigado con un año de prisión y una multa de 15.000 euros. Además, según la información publicada por el gabinete de Cédric O, secretario de Estado encargado de la transformación digital, en la actualidad apenas se escanean 90.000 códigos QR diarios de media, lo que significa que solo el 0,13% de los franceses lo utilizan. Una vez establecido y generalizado, el código QR permitiría calcular el número de usos, la ubicación de los flashes, los nombres de los usuarios.

Sin lugar a dudas, el pasaporte, arma de vigilancia masiva, tendría un profundo impacto en los establecimientos abiertos al público, que serán masivamente abandonados por los clientes habituales reacios a someterse al rastreo electrónico, a la exhibición permanente del código QR a la entrada de cada café, bar, restaurante, centro comercial, cine, museo, lugares de vida, espacios de sociabilidad. Desde la  el 21 de julio, por mencionar solo a los gimnasios, ya han registrado un repunte de solicitudes de bajas, la gente renuncia al gimnasio:
 
 “Antes de la crisis, la sala contaba con 700 afiliados, cuando reabrimos en junio esta cifra ya había bajado a 120 y desde la introducción del pase de salud, hemos tenido 12 cancelaciones en el primer día”, indica un empleado de un gimnasio de fitness.

Si se quisiera provocar la quiebra (de hecho programada desde hace casi dos años por el gran capital financiero occidental) de todos estos sectores denominados no esenciales ya debilitados por la crisis y los cierres de varios meses por encierro, no se podría hacer mejor.
 
  El gran capital ataca a los jefes de estas empresas y a sus empleados. A partir del 30 de agosto de 2021, los empleados de los llamados sectores no esenciales deberán presentar a su empleador un pase sanitario para poder trabajar, bajo pena de suspensión o incluso despido en un mes. Estos sectores económicos llamados no esenciales, afectados por la escasez de mano de obra, con la esperada ola de empleados despedidos por negarse a presentar el pasaporte, se declararán en quiebra masiva. 
 
Además, tras sufrir durante meses el cierre de sus establecimientos, estas empresas, con las medidas restrictivas que deben gestionar, se enfrentarán al descontento de los clientes que se resisten al pasaporte sanitario considerado liberticida con toda razón. Está claro que después de haber hecho pedazos la industria, el gran capital occidental se dispone a suprimir la industria del ocio, símbolo de la sociedad de consumo que supuestamente ha reemplazado definitivamente a la sociedad de producción. Fase final del fin de la producción de la sociedad capitalista, condenada a desaparecer por falta de reproducción social.

No cabe duda de que la decisión de introducir el pasaporte sanitario forma parte de la ampliación del proceso de acostumbramiento al control y rastreo electrónicos. Refuerza las medidas coercitivas ya impuestas desde hace casi dos años, materializadas en la obligación de llevar mask,  la adopción de gestos de barrera, la aceptación de confinamiento y toques de queda. Se trata de intensificar la vigilancia masiva, la militarización de la vida cotidiana, el control de la sociedad, preludio de un condicionamiento mental a la aclimatación de una existencia espartana basada en el racionamiento generalizado, pero sobre todo a la doma de las de mentes para la futura confrontación armada globalizada, de la que la actual guerra propagandista virológica es un ensayo general psicológico.


EL VIRUS ELIGE PAÍSES


Al día siguiente del desconfinamiento, tras pocas semanas de recuperada "Libertad", ciertos científicos intervinieron en los medios de comunicación para preparar psicológicamente a la población para una nueva ola de contaminación provocada por el surgimiento de una nueva variante (sic). Una cosa es cierta: la pandemia no va a cesar (o más bien los gobernantes no están dispuestos a circunscribir la oportuna pandemia ficticia, esta interminable telenovela viral con giros histéricos invariablemente idénticos, cuyo escenario maquiavélico se concibe entre bastidores). Según el "astrólogo" Jean-François Delfraissy, y presidente del Consejo Científico que asesora al gobierno, la crisis "no ha terminado. Nos metimos en algo largo". "El regreso a la normalidad quizás sea en 2022, 2023", profetizó. "Probablemente tendremos otra variante que llegará en el transcurso del invierno", pronosticó Jean-François Delfraissy. "Será diferente a los demás".  Pronosticó como si fuera un astrólogo  al servicio de la presidencia de la República dirigida por el fiel servidor del gran capital, Macron, promovido a jefe de los nuevos regímenes totalitarios occidentales.

Curiosamente, la variante se reproduce solo en los mismos países occidentales - y unos pocos países integrados en el bloque atlantista con gobiernos atados por el gran Capital - nunca en Asia o África. Al respecto, es importante subrayar que los países asiáticos, sin medidas restrictivas de la libertad, ni encierro, ni cierre de los llamados establecimientos no esenciales, ni "cálculo político maquiavélico", con espíritu esencialmente médico, han frenado el virus en menos de tres meses a través del extraordinario despliegue de equipos sanitarios de alta tecnología. De modo que desde abril de 2020, con un número muy bajo de muertes, la vida social y económica se ha reanudado con normalidad.

En cuanto a África, aún desprovista de infraestructura médica e instalaciones sanitarias, sin medidas restrictivas, sin vacunación, contrariamente a los pronósticos apocalípticos profetizados por los medios occidentales al inicio de la pandemia en enero-febrero de 2020, cuando se anunció la muerte de millones de personas, sólo hubo 140.000 muertes, la mitad de ellas en Sudáfrica. (Nótese que, durante este tiempo, en general la indiferencia, la desnutrición y las enfermedades menores diezmaron a 25.000 personas cada día, o casi 15 millones en 18 meses).

En otras palabras, excluyendo Sudáfrica, que tiene un total de 66.000 muertes, en los otros 53 países africanos, hay menos de 70.000 "muertes por Covid-19" registradas en 18 meses. Cuando solo Francia cuenta 120.000 muertes, Estados Unidos 620.000, Brasil más de 500.000. Curiosamente, este virus con geografía variable parece caer exclusivamente en los países capitalistas más desarrollados, los más ricos, pertenecientes a Estados Unidos. Galaxia de la OCDE ( organización de más de treinta países: todos de Europa Occidental y América del Norte, además de Australia, Nueva Zelanda, Corea, algunos países de Europa Central (República Checa), Hungría, Polonia) y Chile, Eslovenia, Israel y Estonia).

Con una población de más de 50 millones, Sudáfrica parece estar pagando un precio muy alto, según las estadísticas oficiales proporcionadas por el gobierno. Asimismo, es el único país que impone las medidas más coercitivas en el continente. Seguida de Túnez. Y  no es casualidad. Sudáfrica, un país perteneciente a la órbita atlantista, está en plena implosión, como Túnez, que se enfrenta a una recesión económica histórica y a una crisis de legitimidad política. Es más, desde hace varios meses se producen recurrentes revueltas sociales como, curiosamente, frecuentes medidas de restricción y confinamientos draconianos, para frenar el virus ... de la protesta. En este sentido, es útil señalar que, "para luchar contra el virus", como "estrategia sanitaria" el Estado tunecino acaba de prorrogar el estado de emergencia en el país por seis meses, desde el sábado 24 de julio hasta el 19 de enero de 2022.
 
Recordad que el estado de emergencia, si bien el término emergencia connota un significado médico, no implica la movilización excepcional del Estado para mejorar los hospitales, aumentando los recursos de salud, sino que se trata de la fiscalización de la población a través de medidas coercitivas.  No pretende contener el virus sino neutralizar la protesta social. El estado de emergencia otorga al gobierno tunecino prerrogativas excepcionales, en particular en lo que respecta a la prohibición de reuniones, la imposición de un toque de queda, los registros diurnos y nocturnos, el control de los medios de comunicación, las publicaciones, la proyección de películas y las representaciones teatrales.

Sudáfrica se encuentra actualmente en su crisis más grave desde el fin del apartheid. Desde el inicio de los disturbios el 8 de julio de 2021, oficialmente han muerto 337 pesonas en pocos días, más de 2.000 detenciones, miles de millones de euros perdidos en destrucción y saqueos. En los municipios se saquearon tiendas, farmacias y almacenes, ataques a camiones que transportaban alimentos, se cortaron carreteras, se incendiaron edificios oficiales. El gobierno envió 25.000  soldados, apoyados por milicias armadas reclutadas por comerciantes y terratenientes blancos e indios para restablecer el orden.

¿Cómo explicar el bajo número de muertes en Asia y África? ¿Cómo interpretar el exceso de mortalidad registrado oficialmente por los estados occidentales y sus países satélites? ¿Sobreestimando el número de muertes atribuidas al Covid-19, especialmente cuando nos enteramos de que más del 99% de los muertos oficiales por el virus padecían otra enfermedad grave? ¿Cómo analizar la disparidad en la mortalidad causada por este virus de geografía variable?

 

¡El virus enenigo muta según el país, revive según las orientaciones políticas y económicas de los líderes, mata según la voluntad de los gobiernos....!


Durante dos años los gobernantes de los países atlantistas y sus vasallos de los países satélites del Tercer Mundo han administrado alternativamente toques de queda y encierros, políticas de inmolación de las libertades individuales y el orden de residencia obligatoria que ni el peor dictador hubiera imaginado. Desde principios de 2021, bajo la presión de las industrias farmacéuticas, estos gobernantes han impuesto la vacunación mediante terapias génicas aún en fase experimental, de dudosa eficacia e hipotética seguridad, según muchos expertos. Irónicamente, algunos países imponen ahora tanto la vacunación como la contención. En Israel animaron a los ciudadanos a vacunarse para evitar el confinamiento y las medidas restrictivas. Hoy en día, con una población adulta  vacunada en un 90%, los israelíes se someten tanto a la vacunación obligatoria (se está administrando una tercera dosis) como a las medidas restrictivas.
 
 La misma farsa de salud se puede observar en otros países atlantistas, especialmente en España, Australia, Portugal, etc. donde las poblaciones sufren la doble sanción: vacunación obligatoria y medidas restrictivas (toques de queda, confinamientos, uso obligatorio de mascarillas).
 
Evidentemente, el objetivo de los Estados atlantistas no es combatir el virus médica y humanamente, sino, de manera maquiavélica, destruir socialmente a su población mediante las múltiples medidas restrictivas, en particular el confinamiento, esta supuesta arma de destrucción masiva psicológica que se supone tiene que aniquilar el virus de la protesta popular que se ha extendido por todo el mundo en los últimos años, y evitar la aparición de previsibles alzamientos sociales en un contexto de crisis económica caracterizada por la programación de quiebras masivas de empresas, aumento endémico del paro, crecimiento exponencial de la pauperización y erradicación de las clases medias y pequeñoburguesas, es decir, por la exacerbación de la lucha de clases



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
El caso de Sudafrica es simplemente el ataque mas sencillo : un éxito fácil del sistema "vacunas de grafeno" + 5G. El siguiente paso lógico sería el "áfrica europea", pero si tardan es que están teniendo algún problema grave; tal vez alguna cagada imprevista o se quedarón sin gasolina los idiotas de ellos....

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