SER DEPREDADOR

Sí, es grande el poder clerical en España, ya ves que no olvidan dejar mal en la wiki en español a Loisy, breve art. que empieza, termina y media alrededor del mensaje "fue un hereje". Te vas al mismo art. en otros idiomas y además de estar mucho más elaborado, el enfoque es completamente distinto.
En español, nos quedamos con  "de la Cierva" dixit. De la Cierva, historiador del régimen utilizado cuando historiadores británicos como Preston y sobre todo Southworth comenzaron a sacar las vergüenzas nacionales franquistas a la luz. Creo que al principio de la wiki me citaban como fuente en el art. od, no lo soñé. En sucesivos arreglos vete y mira como ha quedado.

Anyway, hemos aprendido que el poder auténtico no da la cara, usa testaferros, marionetas, guiñoles. Ya ni siquiera hacen gracia, dan pena. Recién nombrada la cabeza hueca de Madrid, ya le están sacando cantares, "no te salgas de la raya, que nos lo debes". Pienso que eso no es vida, pero es la que tenemos.

Y siendo definitivo ese poder eclesiástico, no hay forma de que salgan testimonios creíbles a relucir del abuso de poder sea eclesiástico sea civil. Todos callan, tapan, ocultan. Así que hay que contentarse con dejar constancia de otras personas que dan la cara y cuentan y explican en otros lugares. Para inspiración.


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Ahogada, relato de abuso espiritual y sexual


Entrevista a Sophie Ducrey con motivo de su libro publicado el 5 de septiembre  éditions Tallandier.
« Con 16 años entró en la comunidad de San Juan, florón de la renovación católica de la generación "Juan Pablo II’. Con una fuerte aspiración espiritual confía en un cura que será su acompañante espiritual. Sophie da testimonio del control psi del que será objeto además de los abusos sex cuando cumplió 18. Necesitó 15 años para reconocer la violencia de los actos de los que fue víctima. Tanto en la Iglesia como en la Comunidad de San Juan se le inflinge la ley del silencio, de la que muestra su implacable mecánica  […] » François Maillot, editor.
 
 
¿Por qué el título ?

Sugerencia del editor François Maillot, y me parece adecuado, pues el abuso sexual del que trata es un crimen silencioso, inaudible para el entorno, por la víctima y por el abusador. Para que ocurra es preciso ahogar primero la libertad de la conciencia.

De ello trata el libro, cómo ocurre el control de tu persona al punto de que la denegación pueda durar años, como tiene lugar de una forma siempre igual en esa comunidad de San Juan. Estamos ante un sistema abusivo instalado por el founder.  La víctima que  entra en la comunidad a temprana edad, y se consagra como oblata o religiosa, no se imagina que haya error en lo que ocurre, ya que todos los antiguos de la comunidad, incluido el adulado founder. El control es férreo.

Lo es tanto más cuanto que estamos en un  contexto religioso. Mi historia muestra cómo lo psicológico se puede servir de lo espiritual para que el control sea más profundo y tenaz. Se trata de Dios y el cura abusador es visto como alguien que no vive ya para sí, Cristo vive en él.

 ¿Es su libro un reproche al clericalismo ?

Prefiero afirmar que mi libro ilumina, cada cual tiene la responsabilidad de iluminar las zonas oscuras de su vida y actuar en consecuencia. También la Iglesia. Si yo soy Iglesia con este libro hago la tarea que me toca. He aprendido a desconfiar de los que hablan en nombre de Dios, pienso que he ganado libertad interior. Ver tanta oscuridad puede aumentar el sentimiento de fragilidad y es al contrario: una se hace más libre frente a ella y más precavida en el futuro.

Cuando hay oscuridad y denegación, a menudo es porque también hay una voluntad no confesada de toma de poder. Es el interrogante que planteo en el libro: como la mirada negativa de la Iglesia del pasado sobre las partes más vulnerables de la humanidad, el cuerpo, la sexualidad y, aunque protesten las feministas, la mujer, puede conducir hoy a este tipo de derivas y abusos de poder.

 ¿Estima que el problema  no se ha resuelto en la Iglesia ?

No digo eso, hay personas que hacen un gran trabajo, pero prefiero ser prudente. ¿No es cierto que las revelaciones de trapos sucios eclesiales salen al ritmo marcado por los medios de c.? ¿Actúa la Iglesia por preocupación por la verdad o por miedo ? Si mi abusador continúa hoy ocupándose de  jóvenes postulantas a pesar de las demandas contra él que se remontan a 15 años, ¿no está claro que hay mucho por hacer ?

No significa que no haya avances: la prueba es que he podido publicar mi libro. Cuando lo escribí hace 10 años era impensable. Los editores no me creían o tenían miedo. Y no se equivocaban, mi abusador me denunció a mí y al editor. Hoy ya salen revelaciones de la propia comunidad de San Juan, digno de señalarse, así como el reportaje que hizo la cadena franco alemana Arte el 5 de marzo sobre las religiosas abusadas sexualmente.  El hecho de que mujeres mayores de edad sean abusadas por curas empieza a ser algo "escuchable". Quizás ha ayudado el  #metoo.

¿Lo más duro en su recorrido vital ?

El abuso no fue lo peor. Destruyó en mí la relación con mi intimidad corporal y la confianza en mí, pero lo peor es la incapacidad de mi entorno para entender. Primero la comunidad, luego la jerarquía de la Iglesia, esa incapacidad me sumió en la estupefacción. Una mujer no da la talla frente a un cura influyente. Más bien la mujer es la tentadora del cura, una persona celosa, una desequilibrada capaz de decir cosas tan increíbles. De ahí la posibilidad del abuso. Y ese punto de vista es el que tiene que cambiar.

Comprendí que si el abusador no era llamado al orden se debe a que su poder espiritual pasa por delante de la destrucción de unas pocas mujeres insignificantes. Así que las bellas palabras de dicho cura y de la Iglesia y de la comunidad no eran más que palabras, el evangelio queda a un lado con suma facilidad. El hombre, religioso o no, es fundamentalmente un ser depredador que tiene miedo y busca el poder por su seguridad, también en la Iglesia. No todos son así, pero negar que eso pasa en la Iglesia conduce a los abusos y la omertá.

¿Cómo pudo salir de ahí ?

Primero mi marido que vale su peso en oro, que me ha apoyado y resistido contra viento y marea para recordarme que existe el amor de verdad, la familia en sentido amplio y los amigos que me han apoyado, mis fantásticos hijos, que me han hecho pensar en lo esencial y la fe que sigo teniendo. Gracias al tsunami vivido he dejado atrás todo lo que podía pervertir mi relación con Dios. Lo que tenía que morir murió, queda una relación más sencilla y  directa con Dios en todo su inmenso misterio, lejos de certezas y otros juicios sobre los que gusta asentarse el poder.

Resumiendo, ha sido un camino de purificación de mi fe. Me queda aprender más todavía la confianza en los demás y en mi propia dignidad. Sigo un camino terapéutico y trabajo incluso mi pasado anterior a la comunidad. Puesto que no se entra en un sistema disfuncional por casualidad.

¿Y su relación con la comunidad de San Juan y con la Iglesia ?

Interesante pregunta porque me doy cuenta de que no me relaciono ni con una comunidad ni con una institución. Sólo puedo hablar de mis relaciones con personas. Me siento más anclada en lo real, con su lado incomprensible. La ausencia de certezas ya no me da miedo. Al contrario, el hecho de servirse de ellas para someter al otro es lo que me da miedo.

Ya no me siento unida a tal o cual grupo, más bien me siento en conexión más o menos profunda cn tal o cual persona. Por ejemplo me siento muy unida a los religiosos de la comunidad que también fueron objeto de abuso o a los que descubren la vulnerabilidad extrema a la que te lleva abrir los ojos a la perversión del sistema en el que creyeron ciegamente.

Cuando acepto esta luz que te hace asumir los lugares más frágiles de nuestra humanidad me encuentro mejor, como en mi casa con el otro, en un lugar sagrado, en el que la relación con Dios se vive "en espíritu y verdad".

Sophie Ducrey, 46 años, casada y madre de 5 hijos, es coach.

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