EL DEMONIO EN EL DESIERTO

 Una de las críticas más frecuentes. El primer ataque público nivel internacional vino de parte del teólogo suizo Urs von Balthasar en diciembre de 1963, los acusó de dar muestras de integrismo en el sentido de que "presentan la revelación como un sistema de proposiciones verdaderas que hay que creer porque proceden de lo alto, y en consecuencia se prefiere la forma al contenido y la fuerza a la cruz..."

Las proposiciones que llegan "de lo alto" se refieren claramente a las directivas de JmEdb que se proponía a sí mismo como el detentor de las verdades divinas. Tras la publicación del artículo Balthasar recibió cartas, visitas y una respuesta pública de od en un artículo publicado en la revista od Nuestro Tiempo. Iba firmado por un tal John Coverdale, el extranjero de servicio, alquilado para la ocasión ya que el teólogo criticón era suizo.

Coverdale replicaba acusando al suizo de desfigurar los propósitos fundacionales y de entregarse a la calumnia. Pero como Balthasar sigue con la suya y escribe más, recibe un nuevo contra ataque opus que pretender ser "solo una asociación de creyentes católicos (...) ni integrista, ni progresista (...) que se muestra a la luz del día, que no tiene secretos (...) y que comprende a las personas que no pueden comprender la vida y el apostolado sin equívocos del od".

Al final Balthasar prefiere plegar velas y se dirige " a sus queridos hermanos y amigos del od" preguntándoles simplemente "¿cuál es vuestra espiritualidad? ¿cuáles vuestras ideas directrices?", al tiempo que reconoce no encontrar la respuesta en ninguna parte.

"¿Hay una espiritualidad en Camino?" se pregunta el teólogo, y opina: "si, en el mejor de los casos, hay que suponer una espiritualidad, la manifiesta poco. Es sobre todo el Dios de la Revelación el que se deja ver ("Sabes que....", "te has comprometido a", "recuerda que"). Todo expresado con un tono perentorio como quien se dirige a jóvenes reclutas". Concluye: "no me tengáis en cuenta si os digo que tal conjunto de "¡en marcha!, ¡adelante!" sin dirección y sin orden, sin "camino", no podría presentarse ni por su contenido, ni por su forma en la línea de los clásicos de la espiritualidad".

Urs von Balthasar no recibió respuesta de fondo a sus preguntas sobre "¿cuál es la función del od?", "¿hay lugar en la Iglesia para las organizaciones secretas?". El texto que le llegó titulado De una vez por todas, firmado por Peter Blank se va por las ramas al considerar imposible el diálogo y que por ello od permanecerá en silencio a partir de ese momento.

Otra crítica severa apareció en 1978 de parte del teólogo español José María Castillo (n. 1929), profesor en la facultad de teología de Granada, y entonces Jesuita. En este caso se ataca la anulación del discernimiento espiritual en el seno del od, discernimiento que debe ser conservado de modo imperativo siempre en el cristiano. El teólogo granadino se escandaliza de que Escrivá hable de una obediencia absoluta, sin reflexión ni sentido crítico, el artículo publicado en la revista Concilium concluye:


"Es posible la anulación y alienación de la persona. Es posible además que esta persona, además de estar alienada actue con la mayor suficiencia y seguridad. Y sobre todo es posible que se aceptado el uso del dinero, del poder, del prestigio como medios de evangelización cuando en realidad son los medios que el demonio sugirió en las tentaciones del desierto.

La anulación del discernimiento conlleva graves consecuencias: el Evangelio es pervertido, la fe alienada, la persona desaparece".


A estas severas críticas, las de von Balthasar como las de Castillo, seguirán otras menos rudas pero firmes como fue la declaración pública en 1981 del cardenal Basil Hume, arzobispo de Westminster. 

Otras voces se elevaron para denunciar los métodos escrivarianos o para cuestionar su espiritualidad. En 1992 el cura J. Thomas ya fallecido, ex director de la revista Etudes, revista Jesuita, lamentaba el deslizamiento de od desde un apostolado personal a la constitución de una verdadera red mundial. 

"Lo que habría podido constituir una gran corriente espiritual, inscrito plenamente en la coherencia de un camino de humanidad, se transformó poco a poco en una acción colectiva de la que se comprenden mal los verdaderos objetivos (...). Este paso a una dimensión colectiva no siempre se hizo de manera franca. Hay por tanto un riesgo real, acentuado por la prelatura personal, de ver el od constituirse en una especie de Iglesia en la Iglesia, con sus propios curas, sus propios laicos y sus propias redes institucionales". 

Es un reproche recurrente: od sería una Iglesia dentro de la Iglesia.  Lo que es seguro es que od se cree investida de una misión apostólica particular de origen divino. ¿Se distingue por ello de otros miembros de la Iglesia?

Oficialmente EdB no diferencia entre curas: "El cura sea el que sea es siempre otro Cristo". Pero oficiosamente en la revista Crónica, el fundador dice claramente que los curas procedentes de otras congregaciones no son bienvenidos en la suya. Los considera como antinómicos con el "buen espíritu" de la o, que se avergüenzan de su vocación. "Si tenéis el buen espíritu, siempre iréis a confesar con un sacerdote od. Hijos míos, hijas mías tenéis la libertad para confesaros con quien queráis. Pero sería una locura poneros entre las manos de quien puede tener vergüenza de haber recibido la unción. No tenéis que tener una confianza ciega". (Crónica 1972.)

Sobre el papel el miembro od puede escoger pero el founder no se lo aconseja: "el buen pastor (...) hace todos los sacrificios. Y tenéis que estar dispuestos a hacerlos igual. El primero de todos: no ejercer este derecho, no ir afuera a lavar la ropa sucia".

La divisa está por tanto clara en todos los centros od: hay que lavar la ropa sucia en familia.

Bénédicte y Patrick des Mazéry

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