UNA CATALUÑA AFRICANA
UNA CATALUÑA AFRICANA
Mientras los
guerrilleros de Abu Sayyaf hacían estragos en Ipil, los delegados de 80
países musulmanes se reunían en Khartum en Conferencia Islámica presidida por
el dr. Hassan al Turabi. Acudieron miembros del Frente Islámico de salvación,
Grupo armado islámico, Hamas, Hezbollah, Jihay islámica, Tabligh,
Hermanos
musulmanes de Egipto, Gama’a al Islamiya y otros. A modo de apertura, Turabi
acusó a la OTAN
y a las agencias occidentales de inteligencia de estar instigando una nueva
cruzada contra el Islam y contra el renacimiento islámico.
Turabi acusó directamente: “Occidente está intentando
extinguir la luz del Islam”. Pero Turabi tenía otro objetivo, quería
restablecer el papel central del Islam en los negocios mundiales. Para ello
necesitaba un forum islámico que no tuviera que ver ni con los gobiernos ni con
la política. La
Conferencia de Khartum le apoyó, todos votaron a favor de
crear el Congreso islámico Popular que pretendía funcionar como un Vaticano
para el mundo islámico.
Gracias a dicho Congreso Islámico Turabi dijo que los
seguidores del Profeta podrían estar mejor equipados para defenderse de la
agresión occidental. Los saudís y otros poderes tradicionales islámicos no
aprobaron la genialidad, pero en el mundo que se restructuraba tras el final de
la guerra fría, el liderazgo del mundo islámico se les estaba yendo de las
manos, pasaba a miembros más radicales del Eje islámico central.
Una vez votado lo del Congreso mundial, Turabi podía empezar
a hablar de moderación. La resolución final de la Conferencia urgía a
las conversaciones con los cristianos fundamentaistas ya que compartían ideas
básicas con los conservadores islámicos. “La conferencia apoya un diálogo con
Occidente y recomienda que los musulmanes intenten iniciar un debate con el
mundo cristiano para iniciar una cooperación con los creyentes frente a las
fuerzas del materialismo corrupto”
Turabi se había convertido en el hombre que había que vigilar en el Islam y
los curas “de la parroquia al otro lado del Tíber” lo medían como posible
contraparte en un supuesto diálogo Occidente-Islam. Turabi dio una rueda de
prensa apuntando al nudo del malestar básico musulmán: “Hay una necesidad en
los representantes occidentales de aprender
sobre el Islam directamente…Occidente no puede gobernar el mundo. No hay
un Dios llamado “occidente””.
“Los hombres se acercan entre sí, los medios de comunicación
son impresionantes. Tenemos que tener un diálogo. Hablemos unos con otros. Uno
o dos idiomas pueden servir para esta comunicación y dejemos que cada cual
contribuya con su propia cultura al stock común de la cultura humana”
“Mis valores me dictan que he de dialogar con cualquiera que
se muestra hostil conmigo. El Corán me dice “habla con él”. Mi modelo religioso
es el Profeta, que creó el primer estado con una constitución escrita
(¡pretensiones en la comparación!), un estado de judíos y musulmanes. Invitó a
los cristianos, les permitió que rezaran en las mezquitas. Por eso mi modelo
que yo llamo perfecto, es tal que que haré todo lo posible para hablar con el
hostil. Si no quieres hablar conmigo jamás hablarás árabe, aprenderé inglés,
francés y quizás alemán, y hasta italiano. No quiere hablar con un negro, yo
hablaré con él. No quiere repartir la riqueza entre el norte y el sur en un
diálogo económico, intentaré compartir la riqueza humana con él, o la libertad…Pero
por supuesto si me agrede, usaré la fuerza. Es lo que el Corán me enseñe que
responda…”
Todo esto es muy bonito pero ¿qué pasa con las muertes en
Sudán? Cuando en octubre de 1995 el embajador alemán Peter Mende quiso obtener
información de las autoridades de Khartum sobre la muerte de los estudiantes
encarcelados por haber protestado contra el gobierno, fue amenazado de
expulsión.
El "Opus Dei" no acostumbra a realizar amenazas en el vacío y
tampoco hubiera permitido que el Papa las hiciera. Cuando Juan Pablo II dijo a
sus anfitriones sudaneses que cesaran “la terrible cosecha de sufrimiento” en el sur del
país, que corrían el riesgo de sufrir la cólera del Dios de Abraham no estaba
hablando por hablar, sino que hacía una afirmación de fuerza. 6 meses después
de la visita papal a Khartum, una pequeña organización de derechos humanos,
Christian Solidarity International- entró en el sur del país, no sólo llevando
ayuda a las decimadas comunidades cristianas y animistas, sino también haciendo
campaña a la autonomía del sur de Sudán entre los vecinos países cristianos,
apoyando la Alianza Nacional
Democrática (¿cómo le han puesto al partido sustituto de Convergencia?) contra
Khartum y lanzando en las capitales occidentales una campaña de promoción de la
causa autonomista. Tras una visita al Sur, la baronesa Caroline Cos, enfermera,
miembro de Christian Solidarity informó que las tropas sudanesas arrasaban con
regularidad los pueblos Dinka, se llevaban a los niños y a las mujeres jóvenes
(¡Bakhita!) para usarlas como mano de obra y esclavas sexuales. Algunas
recibían nombres musulmanes y otros eran obligados a la escuela coránica,
mientras otros más eran vendidos en el mercado de esclavos de Manyel en la
provincia de Bahr el Ghazal.
Una nueva publicación cristiana sudanesa, Light and Hope for
Sudan, informó en julio de 1995 de que desde el principio de la guerra civil,
hacía 10 años, “habían muerto 2 millones de personas, muchas de hambre y
enfermedades y 5 millones habían tenido que huir de sus hogares.” La hoja decía
“Khartum está usando el hambre para faclitar su programa de arabización e
islamización. La organización Christian Solidarity hacía una llamada a las
organizaciones de vigilancia de los derechos humanos para que visitaran todas
las regiones de Sudán.
Turabi dejó claro que esa propuesta no figuraba en su agenda
de diálogo. Para entonces Christian Solidarity ya había señalado que en Sudán
se daban todas las condiciones para una “Guerra Justa”.
Semanas más tarde
los rebeldes sudaneses modernizados y convertidos en fuerza disciplinada de
combate, lanzaron su primera ofensiva desde la visita del Papa. Atacaron una
división mecanizada, capturaron a 7000 soldados y se quedaron con toda la
equipación. Usaron tanques y según Khartum recibieron apoyo de los ejércitos de Uganda
y Tanzania, los rebeldes conquistaron el este y el oste de Equitoria a pesar de
los helicópteros iranís que les bombardeaban.
La moral de las fuerzas sudistas se había transformado.
¿Cuál era la diferencia? Según John Eibner, director en Sudán de Christian
Solidarity : “ya no se sienten aislados”
Christian Solidarity operaba de manera anónima y sinuosa.
Imposible saber de donde le llegaban los recursos. Se decían auditados por una
prestigiosa firma especializada y que sus cuentas eran públicas. Pero R.
Hutchison asegura que nada de eso es cierto: al público se le muestra el
“esqueleto” de un balance en una hoja sin firma y de ambiguo encabezado. En
cuanto a las cuentas de Christian Solidarity International sólo aparecen las de
la rama suiza, y no se indicaba procedencia de los fondos, sólo generalidades:
Tenía sede en Ginebra, operaba en 21 países donde hubiera cristianos
perseguidos, la presidía un pastor reformado, el 95% de sus dineros procedían
de donaciones, iglesias, fundaciones.
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